Los seres humanos creamos lazos emocionales cercanos para sobrevivir.Estos lazos facilitan el desarrollo y la mantención de representaciones mentales del sí mismo y los otros, o modelos operativos internos, que ayudan a la persona a predecir y comprender su ambiente, comprometiéndose en conductas que promueven la sobrevivencia como la mantención de la proximidad, y establecen un sentido psicológico de seguridad.
De este modo, el vínculo afectivo estaría profundamente ligado a tu imagen personal y a la imagen que tienes de los demás, ya que se relaciona con las representaciones o imágenes mentales que tienes sobre ti mismo y quiénes te rodean. Estas representaciones son la base desde la cual te relacionas con otras personas, están profundamente ligadas con tu imagen personal y con la capacidad que tienes para establecer lazos emocionales con quienes te rodean.
Estas representaciones mentales están organizadas de manera jerárquica, yendo desde las más generales a los más específicas (Bowlby, 1980; Bretherton, 1985 y 1990; Main y cols., 1985; en Collins y Read, 1994). Las personas tendrían una familia de modelos que incluiría en los niveles más elevados, reglas abstractas sobre las relaciones de apego; y en los niveles inferiores, información acerca de relaciones específicas y eventos ocurridos en sus relaciones. La información en un nivel no necesita ser consistente con la información en otro, por eso, puedes tener distintos modelos operativos para distintos seres queridos, porque cada modelo puede estar interconectado con los otros en una compleja red jerárquica (Pietromonaco y Feldman Barrett, 2000b).
Las representaciones mentales son subjetivas, representan la realidad desde la perspectiva particular de una persona con su historia específica. Guiarían la atención, la interpretación y la memoria, para permitirle a las personas, generar expectativas acerca de futuras situaciones interpersonales y desarrollar planes para delinearlas. De ahí su importancia e influencia sobre las relaciones interpersonales y amorosas que las personas pueden establecer durante sus vidas.
Bowlby (1969) propuso que los modelos operativos a través del uso repetido, comenzaban a funcionar automáticamente fuera de la consciencia. Esta proposición es consistente con recientes investigaciones que han demostrado que bastante actividad cognitiva ocurre automáticamente y fuera de la consciencia. Bowlby también hipotetizó que este funcionamiento fuera de la consciencia cumpliría una función defensiva y auto-protectora. Aunque tales procesos defensivos existirían en todas las personas, serían particularmente evidentes en aquellas con estilo de apego evitante/despreocupado (Pietromonaco y Feldman Barrett, 2000b).
Los modelos operativos internos constituirían un mecanismo que dirigiría las explicaciones que te das sobre los eventos que ocurren en tus relaciones, las percepciones que tienes sobre las relaciones románticas, sobre ti mismo y los otros, la elección de ciertos compañeros(as), organizarían tu conocimiento sobre las relaciones, tu experiencia emocional y estilos de enfrentamiento.
“A medida que entramos en relaciones nuevas, traemos nuestras historias de experiencias sociales y un conjunto único de recuerdos, creencias y expectativas que guían el modo en que actuamos con otros y cómo construimos nuestro mundo social. Estas representaciones continúan evolucionando a lo largo de nuestras vidas. Sin embargo, la teoría del apego sugiere que los modelos cognitivos que comienzan su desarrollo en nuestra historia personal temprana, probablemente tendrán mayor influencia” (Collins y Read, pp. 53, 1994).
Los modelos operativos internos del apego constituyen rasgos centrales de la personalidad, que forman la manera en que el sistema de apego es expresado, a medida que dirige los patrones de respuesta cognitiva, emocional y conductual. Por este motivo influyen en el modo en que te relacionas con quiénes te rodean, en la imagen que tienes de ti mismo, en las expectativas que tienes sobre las relaciones que estableces con los demás (si serán responsivos o no, si te comprenderán o brindarán apoyo cuando lo necesites, si crees que no estarán disponibles para ayudarte, etc.)
Las diferencias individuales en los estilos de apego, observadas entre niños y adultos, son atribuidas a diferencias en los modelos subyacentes del sí mismo y los otros, y cualquier continuidad que exista en estos estilos a través del tiempo, es considerada como una función de la cualidad perduradera que poseen estos modelos (Collins y Read, 1994).
Inicialmente los patrones de apego reflejan expectativas sobre la conducta probable de los padres en diversas situaciones. Eventualmente el niño abstrae una serie de postulados de estas expectativas, acerca de cómo operan las relaciones y cómo pueden ser utilizadas en la vida diaria y durante situaciones estresantes.
Los modelos operativos internos constituyen la base para las acciones individuales en diversas situaciones y están abiertos a revisión en base a las experiencias de apego. Son relativamente estables y guían la conducta en las relaciones con los padres, influencian las expectativas, estrategias y la conducta en las relaciones posteriores. En este sentido pueden ser caracterizados como prototipos. (Crowell y Treboux, 1995).
También pueden se comprendidos como representaciones sobre el sí mismo y la figura de apego, que luego de la infancia, comandan las relaciones de apego que las personas construyen en base a los patrones de interacción experimentados con sus principales figuras de apego. Estos modelos operativos del sí mismo y la figura de apego, están basados en la historia conjunta de relaciones. Sirven para regular, interpretar y predecir la conducta de apego de una persona y de sus figuras de apego, así como sus pensamientos y sentimientos.
Si son revisados apropiadamente en línea con los cambios ambientales y maduracionales, permiten la reflexión y la comunicación acerca de situaciones y relaciones de apego pasadas y futuras, facilitando la creación de planes conjuntos para la regulación de la proximidad y la resolución de conflictos (Bretherton y Munholland, 1999).
Son construidos en base a una figura de apego y a las respuestas esperadas por parte de ésta. Una noción clave es cuán aceptada cree la persona que es ante los ojos de su figura de apego. En la estructura de estos modelos, se basa la persona para descubrir cuán accesible y responsiva será su figura de apego, y cuán confiada puede estar acerca de la disponibilidad de ésta (Bretherton y Munholland, 1999).
Los modelos operativos involucrarían procesos inconscientes que influencian la información que atienden las personas, cómo interpretan los eventos en el mundo y aquello que recuerdan. Como funcionarían bajo el principio de asimilación, dirigiendo la atención y la conducta, estos modelos tenderían a permanecer estables en el tiempo, aunque podrían cambiar bajo ciertas condiciones (Pietromonaco y Feldman Barrett, 2000b).
Puedes construir un modelo operativo de ti mismo como valioso y competente, en el contexto de una representación mental de tus padres como emocionalmente disponibles y como una base segura que apoya tus actividades de exploración del mundo que te rodea. Esto se ha podido constatar al realizar estudios con personas que efectivamente establecen vínculos seguros al relacionarse con los demás.
O puedes construir un modelo operativo de ti mismo como el de una persona devaluada e incompetente, en el contexto de una representación mental de tus padres como figuras vinculares que han sido rechazantes, o que han ignorado la conducta de apego de sus hijos, o han interferido con la exploración del medio ambiente en el cual creciste. Y efectivamente las personas que establecen vínculos afectivos inseguros, ya sean evitantes o ambivalente han tenido este tipo de experiencias de carácter negativo durante sus vidas.
Estas representaciones mentales internas que las personas desarrollan sobre el mundo y sus seres queridos, evolucionan a partir de las experiencias que tienen con sus figuras de apego, y se centran alrededor de la regulación y satisfacción de necesidades de apego, tales como la mantención de la proximidad y la sensación de seguridad.
La calidad de las relaciones entre un niño y su cuidador, y la naturaleza de los modelos operativos de cada individuo, estarían determinadas por la disponibilidad y responsividad emocional del cuidador a las necesidades del niño.
Los niños con cuidadores amorosos que proporcionan respuestas consistentes deberían desarrollar modelos de sí mismo como amados y de los otros como responsivos y confiables (vínculo afectivo seguro).
Si los intentos que realiza un niño por alcanzar seguridad y comodidad son consistentemente rechazados, éste desarrollará modelos operativos de los otros como no confiables y de sí mismo como poco valioso o merecedor de cuidado, o como autosuficiente hasta el punto de no necesitar tal cuidado (vínculo afectivo evitante).
Si un cuidador es inconsistente en su responsividad, el niño no tendrá certeza sobre la disponibilidad de los otros y su propio valor, y probablemente desarrollará modelos de los otros como impredecibles y de sí mismo como alguien que tiene poco control sobre el mundo (vínculo afectivo ambivalente).
Un aspecto central es que los modelos operativos son utilizados para simular y predecir la conducta de los otros y planificar la propia conducta en las interacciones sociales. Una persona puede tener modelos de apego, independientes y separados. Revisemos el siguiente ejemplo: un niño puede manifestar cierto estilo de apego con su madre y otro con su padre, desarrollando modelos operativos diferentes para la relación que establece con cada progenitor. Además, como las representaciones adultas sobre el apego se basan en una variedad de experiencias relacionales, debieran ser más complejas que las representaciones de la niñez. Por ejemplo: los adultos pueden tener distintos modelos operativos con respecto a sus roles de hijo, amigo, esposo o padre (Collins y Read, 1994).
Collins y Read (1994) proponen que los modelos operativos incluyen cuatro componentes interrelacionados: recuerdos de experiencias relacionadas con el apego; creencias, actitudes y expectativas sobre el sí mismo y los otros en relación al apego; metas y necesidades relacionadas con el apego; estrategias y planes asociados con alcanzar las metas de apego.
Un componente importante de los modelos operativos serán los recuerdos autobiográficos y de experiencias relacionadas con el apego hacia los padres y otras figuras vinculares importantes. Dada la naturaleza emocional de las experiencias importantes de apego, estos recuerdos debieran tener fuertes componentes afectivos. Los recuerdos pueden proveer información importante sobre la organización actual de la persona y las representaciones de experiencias relacionadas con el apego, que por sí mismas son informativas y significativas.
Como los recuerdos se basan en parte en experiencias verdaderas, se espera que los adultos con apego seguro e inseguro, representen sus experiencias en forma diferente. Los adultos con estilo de apego seguro deberían reportar más experiencias de relaciones positivas con sus figuras de apego, a diferencia de los inseguros (Collins y Read, 1994).
Algunos modelos estarán asociados con figuras de apego específicas, otros serán generalizaciones más amplias sobre las relaciones o la gente. El conocimiento sobre sí mismo y los otros probablemente sea representado en unidades organizadas o esquemas. Por ejemplo, las creencias sobre el sí mismo en relación al apego serán componentes centrales del auto-concepto o la valoración que tienes de ti mismo. De ahí deviene la enorme influencia que tiene el estilo de vínculo afectivo sobre tu autoimagen: ya sea que te consideres una persona valiosa o querible que puede confiar en los demás (apego seguro), o una persona valiosa que no puede confiar en quienes le rodean porque no han estado disponibles en el pasado (apego inseguro evitante), o una persona que no merece ser querida y que no puede confiar en quienes le rodean, porque a veces le han brindado apoyo y en ocasiones no han estado disponibles (apego inseguro ambivalente).
La meta principal del sistema de apego es mantener la sensación de seguridad y las estrategias específicas utilizadas para ello son contingentes a la historia de la persona y sus experiencias con las figuras de apego.
Las estrategias para regular el estrés emocional en las relaciones cercanas son especialmente importantes. Los adultos con apego seguro reconocen el estrés, modelan los afectos negativos de forma constructiva y buscan apoyo cuando lo necesitan. Los adultos con apego evitante han aprendido a manejar el estrés, al minimizar los asuntos relacionados con el mundo emocional. Los adultos con apego inseguro ambivalente, parecen adoptar una estrategia que conlleva elevadas expresiones de rabia y malestar emocional, en un esfuerzo por asegurar alguna respuesta por parte de sus figuras de apego.
Un modo de responder a la pregunta sobre cómo operan los modelos operativos es considerarlos como parte de un sistema más amplio de procesos cognitivos, afectivos y conductuales que capacitan a la persona para darle sentido a sus experiencias y funcionar de un modo que satisfaga sus propias necesidades.
Los modelos operativos del sí mismo y los otros, se activarán en forma automática cuando ocurran eventos relevantes relacionados con el apego. Una vez activados en la memoria, tendrán un impacto directo sobre el procesamiento cognitivo de la información social y las apreciaciones emocionales. Estos procesos cognitivos y afectivos tienen efectos recíprocos entre ellos. El resultado de estos procesos determinará la elección individual de las estrategias para alcanzar los objetivos. El impacto de los modelos operativos sobre la conducta en cualquier situación está mediado por la interpretación cognitiva de la situación así como por la respuesta emocional de cada persona. (Collins y Read, 1994).
Uno de los posibles motivos de la resistencia al cambio de los modelos operativos internos es que suelen provocar su propio cumplimiento y las acciones basadas en estos modelos generan consecuencias que los refuerzan. Por ejemplo, una persona que cree que no le importa a los demás, suele ponerse a la defensiva en diversas situaciones, por lo que tiene pocas posibilidades de satisfacer sus necesidades de apego, y hartas de reforzar sus modelos negativos de sí mismo y de los otros (Feeney y Noller, 1996; Collins y Read, 1994).
De este modo, es posible comprender cómo las representaciones mentales del sí mismo y de las relaciones que una persona tiene con los demás, están basadas en experiencias previas o recuerdos autobiográficos, que la llevan a tener expectativas sobre qué tan responsivas serán sus figuras de apego y cuánto apoyo puede esperar de ellas.
Es posible afirmar que estos modelos y expectativas constituirán una base para tu autoimagen personal, que puede ser segura o insegura, y formarán un prototipo desde el cual podrás relacionarte con quienes te rodean, desde la confianza (apego seguro) o la desconfianza en los demás (apego inseguro evitante o ambivalente).
Si te sientes inseguro, infeliz, tienes dificultades para confiar en quiénes te rodean y para generar y mantener relaciones interpersonales y amorosas saludables, te invito a considerar la idea de acceder a un proceso de psicoterapia, en el cual tengas la oportunidad de revisar tus representaciones mentales sobre ti mismo y tus seres queridos, aumentando tu nivel de autoconsciencia y sembrando las semillas para un cambio, que te permita establecer relaciones interpersonales basadas en la confianza, el apoyo y la reciprocidad.
Fuentes:
– Bowlby, J. (1969/1973). Attachment and Loss I. Attachment. Hogarth Press: London. Versión Castellana: Bowlby, J. (1993). El apego y la pérdida. El Apego. Paidós: Barcelona.
– Bretherton, I., Munholland, K. (1999). Internal Working Models in Attachment Relationships: A Construct Revisited. En Handbook of Attachment. Theory, Research, and Clinical Applications. Editado por Cassidy, J. y Shaver, P. Guilford:Nueva York.
– Collins, N., Read, S. (1994). Cognitive Representations of Attachment: The Structure and Function of Working Models. En Attachment Processes in adulthood. Advances in personal relationships. Volume V. Editado por Bartholomew, K. y Perlman, D. Jessica Kinsgley Publishers: Londres.
– Crowell, J.A., Treboux, D. (1995). A Review of Adult Attachment Measures: Implications for Theory and Research. Social Development, 4, 294-327. [En línea]. Disponible en: www.psychology.sunysb.edu/ewaters/on-line_PDF/Adult%20Assessment.PDF [Consulta: 20 de Mayo de 2002]
– Feeney, J., Noller, P. (1996). Adult Attachment. Sage Publications. Versión Castellana: Feeney, J., Noller, P. (2001). Apego Adulto. Desclée de Brouwer: Bilbao.
– Pietromonaco, P., Feldman Barrett, L. (2000a). Attachment Theory as an Organizing Framework: A view from Diferente Levels of Analisis. Review of General Psychology, Vol. 4, Nº 2, 107 – 110. [En línea]. Disponible en: http://129.49.73.3/ewaters/danfords2002/Pietromonaco1.pdf [Consulta: 25 de Diciembre de 2002]
– Pietromonaco, P., Feldman Barrett, L. (2000b). The Internal Working Models Concept: What do We Really Know About the Self in Relation to Others?. Review of General Psychology, Vol. 4, Nº 2, 155-175. [En línea]. Disponible en: http://129.49.73.3/ewaters/danfords2002/Pietromonaco2.pdf. [Consulta: 26 de Diciembre de 2002]
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