Desde hace algunos años, la teoría del apego ha permitido explicar el desarrollo, la mantención y disolución de las relaciones cercanas, a la vez que ha ofrecido una perspectiva sobre el desarrollo de la personalidad, la regulación emocional y la psicopatología (Fraley y Shaver, 2000).
Durante los años ’80, el estudio de las relaciones de apego avanzó más allá de la infancia, incluyendo las relaciones de apego adulto (Steele y Steele, 1994). Se realizó un avance en el estudio del apego desde las conductas observables hasta el nivel de la representación (Main, Kaplan y Cassidy, 1985, en Steele y Steele, 1994).
Actualmente, desde el Modelo Dinámico Maduracional del Apego se establece que durante el período que va desde los 15 hasta los 25 años de edad, el aprendizaje previo sobre las relaciones interpersonales es integrado en nuevas competencias físicas y mentales, que producen patrones adultos de auto-protección y reproducción. Estas competencias incluyen el razonamiento abstracto, la excitación sexual y la conducta reproductiva (Crittenden, 2002).
La adolescencia es un período de cambios dramáticos en las relaciones de apego. Estos cambios capacitan al niño para convertirse en una figura de apego para su pareja e hijos y para vivir de forma segura en un mundo caracterizado por el peligro y la seguridad. Cuando los miembros de la familia han sido expuestos a peligros recurrentes o engañosos, el matrimonio y la crianza de los niños tienden a ser más difíciles. La maduración neurológica que sucede durante la adolescencia crea una primera oportunidad para que las personas consideren el cambio, independientemente de sus padres, y de la herencia que tomaron de sus familias de origen (Crittenden, 2000).
Antes de la adolescencia, el apego se refiere solamente a las estrategias protectoras del sí mismo que el niño usa con sus padres, cuando se siente incómodo o amenazado. Después de la pubertad, el apego incluye las relaciones sexuales y las estrategias dirigidas a los pares. Sin embargo, todas las relaciones de apego pueden ser descritas en términos de patrones de relación, procesamiento de información y estrategias auto-protectoras. Estas tres perspectivas son consideradas en términos de los cambios físicos y mentales asociados con el afecto durante las relaciones de apego en la adolescencia (Crittenden, 2002).
Durante la adolescencia, las relaciones con los mejores amigos se transforman de tres maneras. En primer lugar, desde la mitad hacia el final de la adolescencia, los mejores amigos se convierten en figuras del sexo opuesto, compañeros románticos con los cuales los adolescentes experimentan deseo sexual. Esto crea nuevos significados de la experiencia de intimidad y la expresión del afecto, y ofrece nuevos incentivos para mantener relaciones durante períodos de estrés. En segundo lugar, las relaciones románticas cumplen varias funciones psicológicas, emocionales y sociales, además de las funciones de sobrevivencia y reproducción. Esto ejerce gran presión sobre la elección del compañero y el manejo de la relación. En tercer lugar, las relaciones románticas entre adolescentes se vuelven progresivamente más recíprocas, a medida que cada compañero reconoce su importancia para el otro y acepta la responsabilidad de cuidarlo.
En las relaciones de apego adulto, cada persona demuestra conducta de apego y a su vez, es figura de apego para la otra. Además la exploración lejos de la figura de apego que tipifica la infancia y la adolescencia, se convierte en la exploración de intereses compartidos con el compañero vincular. Cuando estos cambios ocurren, los jóvenes terminan de transferir sus relaciones primarias de apego con sus padres a sus compañeros románticos (Crittenden, 2002).
Los adolescentes aprenden cómo elegir a sus compañeros, aquellos con los cuales pueden sentirse seguros, cómodos y criar sus propios hijos. La tarea principal para cada persona y para la sociedad en general, es aprender a manejar las relaciones de apego recíprocas y simétricas. Para los adolescentes mayores, esta transición genera una autoestima elevada, auto-eficacia y apoyo social. Para otros, este proceso demuestra la falta de preparación para enfrentar el cambio. Los problemas pueden surgir, si la transición a una figura de apego ocurre demasiado pronto, de forma muy abrupta, hacia un compañero inconveniente o de forma incompleta (Crittenden, 2002).
Adolescentes y adultos deben manejar a la vez un conjunto de relaciones afiliativas y de apego, las cuales cambian a lo largo del tiempo. Con los progenitores, se debe transformar lentamente las relaciones asimétricas y no recíprocas de la infancia, hacia otras de mayor simetría y reciprocidad. En esta etapa los jóvenes requieren más autonomía y libertad para generar su propia identidad, siempre sabiendo que cuentan con la guía, cuidado y apoyo de sus padres. Es importante que los progenitores aún continúen estableciendo límites claros y firmes, pero también deben brindar un espacio de autonomía y contención cuando sea necesario. De este modo, si se sigue el desarrollo normativo, se espera que en la adultez, los jóvenes sean capaces de brindar cuidados y protección a sus progenitores. Con los compañeros amorosos se necesita la simetría y la reciprocidad constantemente, es decir, que cada miembro de la pareja brinde amor, cuidado y protección a otro, de otro modo la relación fallará en alcanzar el máximo de protección y apoyo y podría llegar a disolverse ante amenazas serias, tales como conflictos producto de infidelidades o dificultades económicas (Crittenden, 2002).
Fuente: Tesis “Sobre la estabilidad de inestabilidad de los patrones de apego”. Presentada en la Universidad Diego Portales, el año 2004, por Marcelo Dujovne y Priscilla Harcha, para optar al grado de Licenciado en Psicología. Santiago, Chile.
Es interesante lo publicado, ¿podría poner las citas bibliográficas completas para poder remitirme a los escritos originales? Muchas gracias. Saludos cordiales.
Gracias por tus palabras. Adjunto las referencias a continuación:
– Crittenden, P. (2000). Molding Clay: The Process of Constructing the self and its Relation
to Psychotherapy. [En línea]. Disponible en: http://www.soton.ac.uk/~aoh/fri/ [Consulta:
20 de Mayo de 2002]
– Crittenden, P. (2001). Overview. [En línea]. Disponible en:
http://www.patcrittenden.com/background.php [Consulta: 23 de Marzo de 2003]
– Crittenden, P. (2002). Transformations in Attachment Relationships in Adolescence:
Adaptation versus Need for Psychoterapy. [En línea]. Disponible en:
http://www.soton.ac.uk/~fri/pat.2.doc [Consulta: 20 de Mayo de 2002]
– Fraley,C., Shaver, P. (2000). Adult romantic attachment: theoretical developments,
emerging controversies, and unanswered questions. Review of General
Psychology, 4, 132-154. [En línea]. Disponible en:
http://tigger.uic.edu/~fraley/F852000.pdf. [Consulta: 28 de Abril de 2002]
Cassidy, J. (1999). The Nature of the Child’s Ties. En Handbook of Attachment. Theory,
Research, and Clinical Applications. Editado por Cassidy, J. y Shaver, P. Guilford: Nueva York
Steele, H., Steele, M. (1994). Intergenerational Patterns of Attachment. En Attachment
Processes in Adulthood. Advances in Personal Relationships. Volume V. Editado
por Bartholomew, K. y Perlman, D. Jessica Kingsley Publishers: Londres.
Saludos Cordiales,
Priscilla
me gusto mucho tu publicación,, si existiera la posibilidad de acceder a tu tesis seria genial