Ya hablamos sobre qué son las crisis de pánico, ahora entraremos en más detalle a revisar cómo suceden. Generalmente quien tiene una crisis de pánico, las experimenta como oleadas de miedo y ansiedad, que llegan de manera inesperada, provocando mucho estrés y malestar emocional. El miedo surge sin que exista una amenaza física real.
Las crisis de pánico pueden suceder por diversas razones, que incluyen una predisposición genética, la personalidad, la tendencia del cuerpo a iniciar la respuesta de miedo, etc. Todos estos factores favorecen la incidencia del trastorno, que suele ser gatillado por experiencias de estrés, tales como experimentar eventos vitales negativos, tener dificultades en las relaciones con los demás o haber vivido una pérdida importante en algún ámbito de tu vida.
Recuerda que para que tengas una crisis de pánico, siempre habrá un factor que la gatille, que puede ser interno o externo, y que está siendo percibido como una amenaza. Los factores gatillantes externos pueden ser situaciones en las cuales te sientas algo ansioso o preocupado, por ejemplo, estar en una habitación llena de gente, en el metro, en un mall, en un cine, etc. Los factores gatillantes internos pueden ser imágenes, pensamientos, recuerdos o sensaciones corporales.
Estos factores pueden ser eventos comunes y corrientes hasta que tú los interpretas como amenazantes de alguna forma. Por ejemplo, sentir sensación de presión en tu pecho, los latidos cardíacos acelerados, etc. Al darte cuenta de estas sensaciones corporales, probablemente te preguntas “¿qué está mal conmigo?”, lo que te provoca más ansiedad. Recuerda que es tu creencia de que existe algo amenazante la que provoca más ansiedad.
Cuando percibes una situación, un pensamiento, una imagen, un recuerdo o una sensación amenazante, generalmente comienzas a sentirte ansioso o preocupado. Una vez que comienzas a sentirte ansioso, percibes los cambios físicos que suceden en tu cuerpo, tales como ritmo cardíaco acelerado, falta de aliento, mareos, etc. Cuando no existe una amenaza real, estos signos de ansiedad suelen desaparecer pronto por su cuenta. Si comienzas a preocuparte antes de que estas sensaciones se pasen, agregarás más ansiedad produciendo círculo vicioso. Si continúas pensando que te vas a volver loco, que estás perdiendo el control, que te vas a desmayar, etc., la ansiedad irá aumentando aún más.
Una vez que ha pasado la sensación de peligro inmediato, tu cuerpo comenzará un proceso de restauración hacia un estado de relajación. Disminuirá la tasa de latidos cardíacos, la temperatura de tu cuerpo, tus músculos comenzarán a relajarse, pero debes considerar que este proceso toma tiempo. Y mientras tu cuerpo se va relajando, aún podrías sentirte alerta y algo activo durante un tiempo.
Las crisis de pánico constituyen un problema cuando impiden tu funcionamiento diario, debido a la frecuencia y severidad de los síntomas. Como ya comentamos, existen factores biológicos y psicológicos que influyen en el desarrollo de este trastorno.
Los Factores Biológicos se relacionan con la predisposición o la vulnerabilidad genética que tienen algunas personas para desarrollar trastornos de ansiedad y experimentar la respuesta de miedo ante eventos vitales negativos o situaciones de amenaza. Tener esta vulnerabilidad no implica necesariamente que una persona vaya a desarrollar un trastorno de pánico, todo depende del estilo de vida de la persona, del tipo de estresores que enfrente y de los aprendizajes que haya realizado en su vida.
Los Factores Psicológicos contribuyen a la frecuencia y severidad de los síntomas. Son los siguientes: la sensibilidad a la ansiedad y el foco en las sensaciones internas. La sensibilidad a la ansiedad se relaciona con la tendencia a asociar los síntomas físicos que una persona experimenta, con la posibilidad de tener síntomas severos de pánico; con la tendencia a creer que dichos síntomas indican que se está volviendo loco o que está teniendo un ataque cardíaco. Debido a esta sensibilidad, la persona se vuelve muy atenta a las sensaciones corporales como la presión en el pecho, los latidos cardíacos, los mareos, etc. Y empieza a escanear el ambiente en búsqueda de cualquier situación o sensación que indique un potencial episodio de ansiedad, para evitarla.
El Foco en sensaciones Internas, se relaciona con la constante búsqueda de posibles claves que indiquen ansiedad. Lo que implica centrarse en las sensaciones físicas que experimenta el cuerpo, y que hacen que sea fácil convencerse de que uno tiene un problema físico (“estoy teniendo un infarto cardíaco”) o mental (“me estoy volviendo loco”, estoy perdiendo el control”). Todo esto, puede iniciar el ciclo del pánico ya descrito, provocando más crisis.
Probablemente te estarás preguntando cómo se mantiene el trastorno de pánico en el tiempo. Existen diversos factores que contribuyen a ello, los principales son tres: lasensibilidad a la ansiedad y foco en las sensaciones internas, la evitación y las conductas que realizas para sentirte más seguro.
La sensibilidad a la ansiedad y foco en las sensaciones internas, se relaciona con que mientras más piensa una persona que los síntomas de ansiedad llevan a las crisis de pánico, más se centrará en escanear sus sensaciones físicas y los cambios internos de su cuerpo. Incluso sensaciones normales de cambios en el cuerpo, se pueden confundir con la posibilidad de tener una crisis de pánico, o con la sensación de experimentar un peligro potencial. La creencia de que esos síntomas son peligrosos, contribuye a provocar más estrés en relación al pánico, aumentando la frecuencia y severidad de los síntomas.
La evitación, sucede cuando la persona afectada por las crisis de pánico comienza a evitar los lugares en las cuales ha tenido crisis así como las actividades que podrían gatillar síntomas parecidos a los de las crisis de pánico. Es una conducta que reduce los sentimientos de ansiedad a corto plazo, pero también disminuye las posibilidades de que reconozcas que los síntomas de ansiedad no son peligrosos, ya que te impide desconfirmar tus miedos. La mejor terapia es ir enfrentando tus temores de a poco, desde los que te generen menos ansiedad hasta aquellos que te provoquen más malestar. Así te darás cuenta de que los temores que tenían no eran tan terribles, y pueden manejarse de otra forma.
El tercer factor que mantiene las crisis de pánico, son las conductas que realizas para sentirte más seguro y reducir los síntomas de ansiedad, por ejemplo, sentarte en la silla más cercana a la puerta por si acaso te llegaras a sentir mal y necesitaras escapar de algún lugar, llevar ansiolíticos contigo para tomar uno en caso de tener una crisis de pánico, etc. Estas conductas de evitación permiten que continúes preocupándote por los síntomas de ansiedad y centrándote en las crisis de pánico.
Ya vimos cómo suceden las crisis de pánico y cómo se mantienen. Ahora nos enfocaremos en los tratamientos disponibles para este trastorno. Siempre te conviene estar bien informado, para tomar las decisiones más pertinentes en relación a tu salud, tu bienestar físico y mental.
Existen dos grandes enfoques de tratamiento para las crisis de pánico. El primero es la psicofarmacología, es decir, el uso de medicamentos específicos prescritos por un médico psiquiatra que haya evaluado tus síntomas. Si estás en tratamiento con ansiolíticos o antidepresivos, debes asegurarte de seguir las instrucciones de tu médico, tomar los remedios tal como fueron prescritos, y reportar a tu médico cualquier efecto secundario que experimentes.
El segundo enfoque de tratamiento es la psicoterapia cognitiva-conductual, compuesta por estrategias diseñadas para manejar los tres componentes que contribuyen específicamente a la ansiedad intensa y el pánico: los pensamientos, las conductas y las sensaciones fisiológicas.
A través de esta terapia, es posible cambiar los hábitos que fomentan la ansiedad.Se van modificando los pensamientos y creencias que mantienen la preocupación por las sensaciones fisiológicas que suceden en tu cuerpo cuando sientes ansiedad, y te brindan estrategias para interpretarlas de otro modo más adaptativo para ti. Luego se trabaja para reducir las conductas de evitación y ayudarte a enfrentar los lugares en los cuales has tenido crisis de pánico, y a sentirte mejor en ellos. También se trabaja con ejercicios de respiración que te ayudarán a sentirte más tranquilo y darte cuenta que las sensaciones de ansiedad no son peligrosas para ti.
Espero que esta información te sirva de ayuda y te permita acceder al tratamiento más indicado para ti. Si tienes cualquier inquietud o consulta, no dudes en contactarme.
Fuente de información: artículo de Paula Nathan y Helen Correia, “Panic Stations” publicado por el Centre for Clinical Interventions de Australia.
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