Te has enterado de que tu hijo(a) ha agredido a algún compañero(a) de curso. Te sientes choqueado(a), no puedes creer que esta situación sea cierta y no sabes qué hacer. Este artículo pretende apoyarte, brindándote información y algunas claves para manejar la situación.
El Bullying o acoso escolar es un problema complejo: cuando un estudiante molesta a otros, probablemente lo hace, porque están experimentando dificultades emocionales o interpersonales, que lo llevan a usar la rabia y las conductas agresivas como un medio para resolver conflictos en las relaciones interpersonales, o como una manera de descargar emociones que siente que no puede controlar de otro modo.
Los niños recurren al bullying por diversos motivos: al sentirse infelices o amenazados, al haber aprendido que la violencia es un modo para resolver problemas (viendo ejemplos en sus hogares, en sus colegios, al usar videojuegos o en la televisión), al haber sido víctimas de violencia en algún momento de sus vidas, al no conocer maneras más saludables para manejar emociones intensas como la rabia y la frustración.
El Bullying puede ser un modo de recuperar su sensación de falta de control, o puede desarrollarse luego de haber vivido una experiencia traumática, como la separación de sus padres, la pérdida de algún ser querido, el nacimiento de algún hermano(a), etc. Otros niños agreden a sus compañeros, ya que no reconocen figuras de autoridad que les establezcan límites y les muestren lo que es correcto o no hacer, o cómo pueden resolver conflictos y relacionarse sanamente con los demás. Esto se relaciona con los estilos de crianza parental que se han desarrollado en la sociedad occidental, privilegiándose el estilo permisivo o negligente, en vez del estilo autoritativo que está más asociado al bienestar psicológico y socio-emocional de los niños.
Si algún apoderado o autoridad del colegio te ha comentado que tu hijo(a) podría estar agrediendo a sus compañeros, necesitas enfrentar la situación. Evitarla sólo agrandará el problema. Es una noticia que provoca un impacto emocional importante, ya que probablemente sientes que has realizado el mejor esfuerzo para criar y educar bien a tus hijos, y te cueste comprender y darle un sentido a esta información. Necesitas elaborar las emociones que esta situación provoque en ti, buscar el modo más saludable para indagar qué ha sucedido objetivamente y encontrar la mejor solución, dadas las circunstancias. Es el momento de tener coraje y revisar qué ha podido suceder para que se presentara esta situación y luego, buscar la mejor solución posible.
Es fundamental que converses con el profesor encargado del curso y averigües qué ha sucedido: ¿de qué han acusado a tu hijo(a)?, ¿qué han dicho otros compañeros o apoderados sobre las conductas de tu hijo(a)? ¿Que se supone que ha hecho para agredir a sus compañeros?, ¿qué cosas reconoce tu hijo(a) haber hecho? Es necesario que converses con los padres del niño(a) que se ha quejado sobre el comportamiento de tu hijo(a) y recabes toda la información pertinente.
Es importante que conozcas los signos que indican que tu hijo(a) podría estar agrediendo a sus compañeros de clases. Por ejemplo: si le gusta realizar bromas pesadas, poner sobrenombres o avergonzar a sus compañeros, si tiende a agredir de manera verbal o física a otros niños, ya sean amigos o parientes; si intenta conseguir lo que desea mediante las amenazas o intentando dominar a otros, si trata mal a otras personas y no exhibe remordimientos o culpa por ello, si tiende a maltratar a los animales, si suele ser impulsivo e irritable la mayor parte del tiempo, si tiene dificultades para adaptarse a y respetar las normas y convenciones sociales, si tiene amigos involucrados en actividades antisociales como el consumo excesivo de alcohol, drogas o robos; si habla de sus compañeros de forma peyorativa ridiculizándolos, si le gusta ser popular y llamar la atención a cualquier precio (Chaux, E., Bustamante, A., Castellanos, M., Jiménez, M. & Mejía, M.I., 2007).
Si reconoces algunos de estos signos en tus hijos(as), ya diste el primer paso hacia una solución: tomar consciencia del problema. Ahora corresponde analizar la situación objetivamente y conseguir la ayuda necesaria para que tu hijo(a) deje de lado este tipo de conductas y se produzca un cambio que le permita mantener relaciones saludables con quienes le rodean.
Es importante y necesario que converses con tu hijo(a) al respecto, que le indiques los comportamientos que te llaman la atención, que indagues qué está a la base de estos sentimientos y conductas. Es fundamental que hables con tu hijo(a) sin recriminarlo(a), culpabilizarlo o avergonzarlo. Tienes que aclararle que no existe ninguna justificación para este tipo de agresiones, y averiguar qué piensa tu hijo(a) cuando actúa así, qué siente, qué justificaciones tiene para actuar de este modo, ya que generando más consciencia, podrás ayudarlo(a) a desarrollar otras habilidades que le permitan relacionarse sanamente con los demás. Por ejemplo, durante tus conversaciones, enséñale a respetar a los demás, a ser tolerante hacia las diferencias, a pedir ayuda a otras personas si fuera necesario, a trabajar en equipo ayudando a los demás, etc.
Es fundamental que establezcas una serie de reglas en relación a las conductas agresivas y que le expliques a tu hijo(a) que cada vez que se comporte agresivamente tendrá que enfrentar consecuencias como la pérdida de privilegios (usar videojuegos, internet y las redes sociales, ver televisión, etc.). Si tu hijo(a) exhibe alguna conducta agresiva, tendrás que quitarle privilegios de manera consecuente, consistente e inmediatamente después de que se haya comportado de manera agresiva (Sassu, Elinoff, Bray, Kehle, 2004)
Si tiene algún problema específico con algún compañero(a), tendrás que preguntarle qué le sucede con él o ella, por qué lo(a) trata así. Es fundamental y conveniente que puedas ayudar a tu hijo(a) a desarrollar su capacidad de empatía, de ponerse en el lugar del otro, que los ayudes a pensar cómo puede sentirse su compañero(a) cuando es maltratado. Para ello, los expertos recomiendan que le preguntes a tu hijo(a) si ha pensado o se ha imaginado cómo se siente la víctima de bullying en esta situación, o cómo se sentiría él o ella si estuviera siendo molestado o agredido por otros compañeros. Explícale que el acoso no es una conducta aceptable, que nadie merece ser maltratado, que este tipo de agresiones implica consecuencias negativas para quien las sufre, a nivel personal, emocional y social (Chaux, E., Bustamante, A., Castellanos, M., Jiménez, M. & Mejía, M.I., 2007).
Luego tendrás que conversar con las autoridades del colegio (docentes, inspectores, director, etc.) para averiguar qué versión tienen en el colegio sobre estos hechos, y contrastarla con la de tu hijo(a) para encontrar la mejor solución al problema. Es necesario realizar un trabajo en conjunto para detener este tipo de intimidación o agresiones.
Es fundamental y conveniente que tu hijo(a) comprenda que no puede usar la agresión para descargar su rabia y frustración con otros seres vivos. Te sugiero que tomes un momento para analizar en detalle y con honestidad, las estrategias de crianza que has utilizado con tus hijos(as): ¿en algún momento les has dado la impresión de que de que la agresión es una manera aceptable de resolver conflictos en las relaciones interpersonales?, o ¿que está bien descargar emociones como la rabia, con quienes te rodean?, ¿cómo le has enseñado a defenderse cuando lo molestan o le dicen algo que no le gusta?, ¿pegándole a los compañeros? ¿O conversando y utilizando otras habilidades de resolución de conflictos? Una vez que tengas las respuestas, reflexiona sobre cuáles cambios necesitas realizar para brindar un buen ejemplo que sirva de guía a tus hijo(as).
También te recomiendo que escuches la versión de tu hijo(a) sobre las situaciones en las cuales ha agredido a algún compañero(a) de curso. Es muy importante que lo(a) motives a relacionarse de manera compasiva y tranquila con quienes le rodean. Debe dejar de molestar y/o agredir a sus compañeros, para ello los expertos recomiendan conseguir compromisos concretos (Chaux, E., Bustamante, A., Castellanos, M., Jiménez, M. & Mejía, M.I., 2007).
Los expertos en el tema (Chaux, E., Bustamante, A., Castellanos, M., Jiménez, M. & Mejía, M.I., 2007), recomiendan diseñar un “compromiso de no agresión”, que consiste en un listado de las conductas que tu hijo(a) dejará de realizar y pedirle que lo firme. En ese listado puedes incluir frases como las siguientes: “me comprometo a buscar un modo pacífico para resolver los desacuerdos con mis compañeros de curso”, “no inventaré rumores ni chismes sobre ellos”, “me comprometo a no agredirlos ni quitarles cosas”, “no les diré cosas hirientes”, “no alentaré a otros para que los molesten”, “cuando sienta rabia buscaré otro modo para desahogarme”, “si lo necesito, pediré ayuda a un adulto responsable”, etc. Posteriormente tienen que ir revisando esa lista para reconocer los avances, y recuerda brindarle elogios y recompensas por los logros conseguidos. Cada pequeño logro cuenta, para generar un cambio positivo en las interacciones que tu hijo(a) mantiene con sus compañeros y quienes le rodean.
Si tu hijo(a) no inicia las interacciones agresivas, sino que las sigue debido a la presión social, tienes que enseñarle a comunicarse asertivamente para no dejarse llevar por la presión de sus pares y ayudarlo a desarrollar su capacidad de inteligencia emocional y empatía (Chaux, E., Bustamante, A., Castellanos, M., Jiménez, M. & Mejía, M.I., 2007). Puede aprender a decirle a los que molestan, frases como: “Pedro está sufriendo, dejémoslo tranquilo”, “no le hagamos daño a María”, “¿te gustaría que te quitaran y rompieran tus cosas?”, “vayamos a jugar fútbol”, “hagamos algo entretenido y dejemos tranquilo a Juan”, etc.
Intenta que tu hijo se disculpe y repare el daño provocado a sus compañeros agredidos, para ello puede tratar de incluirlos en otras actividades sociales y recreativas que realice con sus amigos (Chaux, E., Bustamante, A., Castellanos, M., Jiménez, M. & Mejía, M.I., 2007).
Tu compromiso con la vida social de tu hijo es fundamental. Necesitas conocer quiénes son sus amigos, qué actividades les gusta hacer en su tiempo libre, cómo comparten cuando pasan tiempo juntos, qué cosas se dicen, sobre cuáles temas conversan, etc. Para ayudarte, alienta a tu hijo para que invite a sus compañeros a casa, para que los conozcas a ellos y a sus padres, así tendrás más información que podrá ayudarte a conocer a tu hijo, quiénes son sus amistades y cómo se relaciona con ellos (Chaux, E., Bustamante, A., Castellanos, M., Jiménez, M. & Mejía, M.I., 2007).
Recuerda siempre ayudar a tu hijo a desarrollar su capacidad de empatía, de ponerse en el lugar de quienes le rodean. Para ello, puedes preguntarle cómo cree que se sienten los niños que son agredidos por sus compañeros de clases, cómo se sentiría él (ella) si lo(a) agredieran. Muéstrale cómo su conducta puede influir llevando a otros compañeros a aumentar el acoso escolar o disminuirlo: puedes usar cuentos, historias, fábulas o preguntas para mostrarle a tu hijo(a) cuáles son las consecuencias del bullying y por qué es necesario detenerlo. Enséñale a incluir a las personas con capacidades y características diferentes, a ser tolerante, respetuoso, a desarrollar su capacidad de comprensión social y su inteligencia emocional. Háblale sobre la necesidad e importancia de relacionarse con compañeros que vengan de otros países, que tengan distintas religiones, intereses o creencias (Chaux, E., Bustamante, A., Castellanos, M., Jiménez, M. & Mejía, M.I., 2007).
Espero que estas sugerencias puedan ayudarte a resolver la situación. Recuerda que siempre puedes conseguir apoyo psicológico para ayudar a tu hijo(a) a superar sus dificultades de interacción social y ayudarlo a relacionarse sanamente con sus compañeros de clase. De hecho, si tu hijo está experimentando este tipo de dificultades y los intentos que has realizado por ayudarlo(a) no han dado buenos resultados, te recomiendo que lo lleves a un psicólogo que realice un proceso de evaluación o psicodiagnóstico para identificar las raíces del problema y así pueda ayudarlos a superarlo.
Espero que todo se resuelva muy bien. Cualquier consulta, puedes enviarme un email.
Fuentes:
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