Si tienes hijos, probablemente en más de una ocasión has debido enfrentar rabietas o pataletas por distintos motivos: porque tu hijo quería comprar algo en el supermercado, o tal vez quería jugar sin haber realizado sus tareas, o no quiso hacer algo que le pediste, como ordenar su pieza o guardar los juguetes, etc.
Las rabietas infantiles suelen ocurrir cuando los niños sienten rabia, tristeza, frustración o desesperación, ya que las cosas no suceden como a ellos les gustaría. Entonces comienzan a gritar descontroladamente, pueden tirarse al suelo llorando, comienzan a golpear cosas o personas.
En ocasiones, puedes haberte dado cuenta de que estabas cediendo a las demandas de tu(s) hijas(os), lo más común es hacerlo en el supermercado cuando el resto de la gente comienza a mirar o a realizar comentarios, provocándote una sensación de inadecuación y/o vergüenza. A veces, puede que en un minuto de desesperación, hayas comenzando a gritarles o amenazarlos. Algunos padres llegan a pegarle a sus hijos, y otros terminan realizando rabietas, actitudes que sólo corresponden a empeorar el problema.
Elizabeth Pantley (2002) es una experta en temas de crianza que recomienda tener un plan preventivo para manejar las rabietas que puedan realizar tus hijos. Así te sentirás más preparado, podrás controlar la situación de un modo adecuado así como los sentimientos y reacciones que las rabietas provocan en ti.
Este plan consiste en decirles a tus hijos que de ahora en adelante, cuando realicen una rabieta, tendrán que hacerla en sus dormitorios, la idea es buscar un lugar pequeño, privado y seguro. Si tus hijos son muy pequeños explícales: “una rabieta es cuando estás muy enojado, lloras, gritas, pateas cosas o te acuestas en el suelo. Cuando te sientas así, puedes hacerlo en tu pieza, con la puerta cerrada, nadie te molestará, podrás desahogarte tranquilo(a). Incluso, si prefieres, puedes escuchar música, leer un libro, jugar, dibujar, llamar a algún amigo(a), o distraerte hasta sentirte más tranquilo(a). Podrás salir de tu pieza, una vez que te sientas tranquilo(a) y la rabieta haya pasado.” (Pantley, 2002)
Entonces la próxima vez que tu hija(o) haga una rabieta, lo llevas a su dormitorio. Si es grande, puedes ofrecerle una alternativa “puedes ir a tu piza o perderás algún privilegio”. Si tu hija(o) sale antes de tiempo y continúa su rabieta, llévalo nuevamente al cuarto. En la medida que las rabietas reciban menos atención, cederán con el paso del tiempo.
Para prevenir rabietas en lugares públicos, debes aprender a establecer reglas delante de otras personas, siendo firme, precisa(o), comunicándote de manera clara y asertiva. Despreocúpate de lo que digan o piensen los demás, eso no es importante ahora. Elizabeth Pantley (2002) recomienda darle una opción a tu hijo: “por favor deja de actuar así o tenderemos que irnos del supermercado”. Espera un momento, ve si continúa la rabieta, y dile “Parece que decidiste que quieres irte.” Dependiendo del comportamiento de tu hijo, puedes pasear un rato con el carro del supermercado e ignorarlo, o irte a casa.
Recuerda siempre que las rabietas necesitan público para ser efectivas, si no hay audiencia, pierden su efecto.
Siguiendo los consejos de Elizabeth Pantley (2002) para que puedas prevenir este tipo de situaciones, te sugiero que establezcas expectativas claras sobre lo que deseas que tus hijos hagan, que les des un plazo fijo de tiempo para cumplir con aquello que les has solicitado y respondas de manera consistente, dando elogios cuando corresponda y llamándoles la atención cuando no cumplan con lo solicitado. Puedes usar frases tales como “Andrés por favor revisa los cuadernos antes de cenar y guarda en tu bolso los que necesitarás llevar mañana”, “Francisca por favor prepara tu bolso de gimnasia y ponte ropa adecuada, para llevarte a tiempo a tus clases de natación a las 16:00 hrs.”, “Gabriela guarda tus juguetes y ordena tu dormitorio, necesito que esté arreglado ya que vendrán a visitarte tus abuelos en media hora”, etc.
Para motivar a tus hijos a cooperar contigo, siempre que sea posible, permíteles elegir qué actividades o tareas les gustaría hacer, por ejemplo: “Pedro ¿qué prefieres hacer hoy?: ¿ayudarme a ordenar tu pieza o poner la mesa para cenar?”. Si no es posible darles alternativas, no lo hagas. Y recuerda siempre darles las gracias, y reconocer que a veces nos toca realizar tareas que no son agradables, pero que es parte de la vida hacerlas, y todos podemos cooperar y trabajar en equipo para motivarnos, y ayudarnos a cumplir con nuestros deberes y metas.
Considera que es importante recompensar los comportamientos de ayuda y colaboración. Dales premios a tus hijos cuando hagan las cosas, siempre puedes elogiarlos cuando realicen bien sus tareas. Si son pequeños, puedes crear un rincón de los logros y reconocimientos, y regalarles una estrella o algún sticker que les guste, cada vez que realicen bien alguna tarea importante o desafiante para ellos. Si son más grandes, puedes invitarlos a ver una película al cine, o comer todos juntos en familia compartiendo sus alimentos favoritos, o a realizar cualquier otra actividad que sea entretenida y gratificante para ellos.
Sé cuidadosa(o) y considerada(o) al solicitarles a tus hijos que hagan alguna tarea: recuerda pedirles tareas que sean capaces de hacer porque tienen las habilidades necesarias para llevarlas a cabo. Asegúrate siempre de utilizar un lenguaje apropiado a la edad de cada uno de tus hijos para comunicarte con ellos y explicarles lo que necesitas que hagan, por más sencillo que te parezca. Por ejemplo, puedes decirles: “José necesito que por favor me ayudes a levantar los platos de la mesa y llevarlos a la cocina para lavarlos”, “Andrés por favor revisa tu horario y ordena en tu mochila los cuadernos que necesitarás llevar al colegio mañana. Gracias”, “Marta por favor ayúdame a ordenar el living de la casa: puedes guardar tus juguetes en tu dormitorio, mientras yo sacudo los muebles”, “María por favor ayúdame a lavar los platos: yo voy a lavarlos y te voy a pedir que me ayudes usando este paño para secarlos, y guardarlos en su lugar”, etc.
Si les pides que realicen una tarea que sea nueva o desconocida, asegúrate de darles instrucciones claras y directas, de reconocer sus avances y darles elogios, agradecerles por su esfuerzo y colaboración, aunque no realicen lo solicitado a la perfección. Recuerda que ¡nadie es perfecto!, todos necesitamos tiempo y espacio para aprender y desarrollarnos a nuestro propio ritmo. Intenta desarrollar tu paciencia, tu capacidad de tolerancia la frustración, tu inteligencia emocional, y usa el sentido del humor para bajarle el perfil a las cosas, así te evitarás momentos innecesarios de rabia y frustración.
Intenta que tus hijos desarrollen buenos hábitos desde su infancia, cuando aprenden desde pequeños, se acostumbran a hacer las cosas que les pides, ya que tienen un sentido para ellos, y es menos probable que realicen rabietas. Por ejemplo, desde pequeñitos deben aprender a lavarse la cara, cepillarse los dientes, peinarse, vestirse, amarrarse los zapatos, guardar la ropa en el closet, guardar sus juguetes en el lugar destinado para ello, hacer las tareas y dejar lista su mochila para ir al colegio, dejar sus platos en la cocina luego de comer algo, etc.
Espero que estas sugerencias te ayuden a prevenir y manejar las rabietas que realicen tus hijos. La crianza es una labor maravillosa, que requiere mucho amor, cariño, apoyo, contención emocional, paciencia, una comunicación efectiva y asertiva, establecer límites claros, agradecer los buenos momentos compartidos y aprender de los errores cometidos.
También es un trabajo en equipo, siempre debes estar coordinada(o) con tu pareja o con quién te ayude a criar a tus hijos(as), para que las reglas sean claras y justas para todos, y así podrás evitar malos entendidos y problemas comunicacionales. Siempre es posible reparar los errores cometidos sin intención, con amor, respeto, tolerancia y comprensión. Te deseo mucho éxito y alegrías en la crianza de tus hijos.
Saludos,
Priscilla Harcha A.
Fuentes de información utilizadas:
Artículo “Children’s Behavior: Preventing Tantrums While Shopping”, extraído de “Parenting For Dummies, 2nd Edition”, publicado por Wiley Publishing, Inc.
Artículo “Controlando la Resistencia a la Obediencia”, de Elizabeth Pantley (2002)
Artículo “Los Berrinches”, de Elizabeth Pantley (2002)
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