Los conflictos son propios de las relaciones humanas, y suceden de manera bastante común en las relaciones interpersonales, en distintos ámbitos (interpersonal, amoroso, académico, laboral, etc.). Por más que desees evitarlos, es más realista asumir que probablemente en algún momento puede surgir algún conflicto en torno a diferencias de percepción sobre algún tema, evento o situación importante para ti.
Necesitas tomar en cuenta que el problema no es la existencia de conflictos en sí, sino la falta de estrategias para manejarlos y resolverlos adecuadamente. Por eso, te invito a revisar este post con distintas sugerencias, que te ayudarán a resolver conflictos de manera sana, aprendiendo a considerarlos como una experiencia de aprendizaje que te permitirá conocerte mejor y desarrollar habilidades propias de la inteligencia emocional tales como la asertividad y la autoconfianza.
Uno de los consejos más obvios y necesarios, es escuchar de manera activa y empática a la otra persona, intentando comprender cuáles con sus intenciones con aquello que me está diciendo, reflexionando si me está realizando una crítica constructiva o no, tratar de entender qué siente, por qué lo siente, cuáles actitudes o conductas mías le han hecho sentir de esa manera. Recuerda que lo importante es resolver el conflicto y no buscar quién tiene la razón. Para ello, es preciso comprender qué le sucede a esa persona contigo, en el momento presente.
Eso nos lleva al tema de no sacar a relucir conflictos anteriores, eso sólo genera más rabia, rencor y frustración. Considera que probablemente no será posible resolver todos esos conflictos ahora, ya sucedieron y quedaron en el pasado. Si no fueron resueltos entonces, y ahora estás enfrascado en otro conflicto, es el momento de resolver el problema actual. Entonces, para resolver este conflicto, necesitas enfocarte en el aquí y ahora, en el problema presente. Luego podrás reflexionar sobre la dinámica que se dio en la relación y que permitió que sucedieran los conflictos anteriores, cómo podrías prevenirlos y mejorar la calidad del vínculo o la relación.
Es fundamental que puedas hablar sobre lo que tú sientes, sin criticar a la otra persona, sin juzgarla ni denostarla con adjetivos negativos, tales como “siempre estás equivocado”, “eres muy irascible”, “nunca estás en lo correcto”, “eres un idiota”, “no se puede hablar contigo”, etc. Simplemente habla sobre lo que sientes: “cuando subes el tono de voz de esa manera, siento miedo”, “cuando me hablas así, me siento incómodo(a)”, etc. En vez de atacar al otro para defenderte, hazte cargo de tus sentimientos e intenta que la otra persona pueda comprenderlos.
Si recibes una crítica, intenta mantener tu tranquilidad, comprender que la otra persona está alterada y va a tratar de defenderse diciendo cosas que podrían resultar hirientes para ti. Es todo un desafío conseguir esto, pero es posible, necesitas una buena autoestima que te permita tener una base segura desde la cual enfrentar las críticas, sin que te afecten tanto a nivel emocional. Ten cuidado con caer en la tentación de criticar a la otra persona para defenderte, ya que eso sólo aumentará la competencia por ganar el conflicto. Trata de escuchar lo que te está diciendo la otra persona, de reflexionar por qué te lo dice, qué le está molestando, qué siente, qué piensas y sientes tú al respecto. Para que puedas evaluar la situación y poner las cosas en perspectiva, intenta no tomar las críticas de manera personal, siempre recuerda que la prioridad es resolver el conflicto y no agrandarlo.
Siempre que puedas admite tus errores, reconoce tu parte de responsabilidad en la generación de este conflicto. Recuerda que en las relaciones interpersonales, las responsabilidades son siempre compartidas. Una vez que identifiques tu responsabilidad y los errores que cometiste, podrás reconocerlos y realizar alguna acción para repararlos, protegiendo el vínculo afectivo con la otra persona. Eso hará sentir a la otra persona que la escuchas, y en vez de atacarte, probablemente se muestre más dispuesto(a) a conversar y admitir sus propios errores, ojalá intentando repararlos también.
Durante la conversación anda confirmando las partes del mensaje que hayas comprendido. Así podrás demostrarle al otro lo que has entendido que le molesta, y verificar si comprendiste bien lo que siente y piensa sobre la situación y qué cosas necesita cambiar. Podrías decir algo así como “si te entiendo bien, lo que te molesta es…”, “¿es así?”, “¿necesito saber o entender algo más?”, etc.
Ahora te sugiero que te atrevas a plantear posibles soluciones al conflicto, ya tienes claro qué le molesta al otro y qué te sucede a ti en relación a ese tema. Por lo tanto, podrías proponer soluciones que permitan a ambas partes resolver la situación. La idea es que propongas una alternativa de solución, le preguntes a la otra persona qué opina al respecto, y la invites a realizar más sugerencias sobre cómo manejar esta situación. Así ambos sentirán que pueden trabajar en conjunto para resolver el conflicto y cuidar la relación.
Si sientes que estás perdiendo la calma y te cuesta controlar emociones como la rabia, la pena, la frustración, o las ganas de criticar a la otra persona, tómate un tiempo para reflexionar solo, hasta que te sientas más tranquilo y centrado. Puedes decirle a la otra persona “creo que me estoy alterando y ya no puedo seguir con esta discusión. Necesito alejarme un rato y cuando me calme quisiera retomarla, para que encontremos una solución que nos beneficie a los dos.” Si la otra persona insiste en seguir conversando, explícale que te interesa resolver el conflicto dela mejor manera para todos, y para eso necesitas unos momentos para reflexionar, calmarte y buscar una solución efectiva para los dos.
Ten en cuenta que la prioridad es encontrar una solución que sea aceptable para todos los involucrados, sin caer en una lucha de poderes o competir por ganar la discusión. La idea es que puedas comprender realmente qué le sucedió a la persona con la cual tienes el conflicto para que efectivamente puedas resolverlo. Por eso la importancia de mantener una buena autoestima y sensación de autoconfianza, que te permitan expresarte con franqueza, empatía y asertividad, consiguiendo una efectiva resolución de los conflictos.
Fuente: Artículo de Elisabeth Scott: “¿En qué consiste una comunicación efectiva?
Tengo algunos problemas interpersonales. Soy un estudiante de secundaria de 14 años de edad y gracias a los consejos de este blog y el de la psicoterapeuta Priscilla he podido saber como resolver mis problemas y como manejarlos
¡Muchas gracias por tus palabras, Jorge! Me alegra que los posts del blog te hayan ayudado! ¡Te felicito por tu esfuerzo y compromiso! Y te deseo mucho éxito! Saludos, Priscilla