Chile es un país sísmico por naturaleza y en ocasiones, estamos expuestos a catástrofes naturales de diversa índole, desde terremotos y tsunamis, hasta erupciones volcánicas e incendios forestales. Cuando un país sufre una catástrofe natural de proporciones importantes, como nos sucedió con el terremoto y tsunami del 27 de febrero del año 2010, y con los incendios forestales de los últimos años, las personas suelen experimentar diversas reacciones y algunas pueden ser difíciles de manejar. Los incendios forestales, como el ocurrido en la quinta región, constituyen un recordatorio y suelen acarrear repercusiones a nivel emocional, generando en ocasiones respuestas elevadas de ansiedad.
En este artículo, encontrarás una descripción de las reacciones más comunes ante los desastres naturales, para que luego de haber vivido alguno, puedas identificar si estás experimentando alguna de ellas y conozcas estrategias para manejarlas.
Lo primero que debes saber es que ante una catástrofe natural, las personas suelen experimentar reacciones inmediatas, y otras a más largo plazo. Estas reacciones pueden tener un carácter positivo si te ayudan a enfrentar la situación y adaptarte a ella, o pueden ser negativas cuando interfieren con tu bienestar e impiden tu funcionamiento habitual.
Las reacciones inmediatas abarcan distintas áreas de tu persona, y se dividen en:
Las reacciones fisiológicas de carácter negativo que puedes experimentar, son las siguientes: fatiga, cefaleas, tensión muscular, dolor de estómago, taquicardia, problemas gastrointestinales, bruxismo, respuestas de sobresalto exageradas, dificultades para dormir. Todas ellas interfieren con tu funcionamiento diario y dificultan tu proceso de adaptación. Por otra parte, podrías experimentar reacciones fisiológicas de carácter positivo, que se caracterizan por una sensación de alerta, una rápida disposición a responder, y una sensación de tener energía aumentada para enfrentar los desafíos, lo que te brinda una mayor sensación de seguridad (National Child Traumatic Stress Network & National Center for PTSD, 2006).
Las reacciones emocionales de carácter negativo involucran el estado de shock inicial, la sensación de dolor, el duelo ante la pérdida de seres queridos y posesiones preciadas para ti, la tristeza, el miedo, la rabia, la impotencia, la sensación de entumecimiento, de irritabilidad, culpa y/o vergüenza. En cambio, las reacciones emocionales de carácter positivo implican la sensación de sentirte involucrado, desafiado, movilizado para enfrentar la situación, superar la adversidad, buscar y utilizar todos los recursos disponibles para salir adelante (National Child Traumatic Stress Network & National Center for PTSD, 2006).
Las reacciones cognitivas de carácter negativo se traducen en confusión mental, desorientación, preocupación, pensamientos e imágenes intrusivas, y auto-recriminaciones. Por otra parte, las reacciones cognitivas de carácter positivo se caracterizan por un sentido de determinación y resolución, una percepción aguda, una sensación de coraje, optimismo, fe y esperanza (National Child Traumatic Stress Network & National Center for PTSD, 2006).
Las reacciones sociales de carácter negativo se caracterizan por una sensación de aislamiento extremo y por conflictos interpersonales. Podrías sentir ganas de estar solo, lejos del mundo que te rodea, o tender a pelear más y discutir con quienes te rodean. Las reacciones sociales de carácter positivo se traducen en conexión social, altruismo y conductas de ayuda, tal como pudimos apreciar que sucedió después del terremoto con las recaudaciones de ayuda en distintos puntos del país (National Child Traumatic Stress Network & National Center for PTSD, 2006).
Es necesario que tomes en cuenta que algunas reacciones negativas pueden continuar durante el período posterior a la catástrofe natural. Algunas de estas reacciones tienen un carácter intrusivo, por ejemplo, algunas personas tienen pensamientos preocupantes o imágenes del evento mientras están despiertas o al dormir. También podrían experimentar reacciones emocionales o físicas perturbadoras, tales como recordatorios de la experiencia o la sensación de que la experiencia está sucediendo nuevamente (“flashbacks”).
Otras respuestas se caracterizan por la evitación y el alejamiento, por ejemplo, evitar hablar, pensar o tener sentimientos sobre el evento traumático; evitar recordatorios del evento (lugares y personas conectadas con lo que sucedió); tener un rango restringido de emociones (sentirse entumecido emocionalmente, desapegado, con ganas de aislarse de los demás); perder interés en actividades usualmente placenteras (National Child Traumatic Stress Network & National Center for PTSD, 2006).
Algunas personas suelen experimentar reacciones físicas de activación corporal, por ejemplo, están constantemente pendientes del peligro, tienden a sobresaltarse fácilmente, a estar irritables, a tener estallidos de rabia y sentirse al límite, a punto de estallar. También pueden experimentar dificultades para conciliar el sueño o permanecer dormidos, dificultades de concentración o atención.
Las reacciones más difíciles de enfrentar, suceden ante el trauma y los recordatorios de las pérdidas vividas luego del evento catastrófico. Entre ellas destacan las siguientes: respuestas ante lugares, personas, imágenes, sonidos, aromas y sentimientos que constituyan un recordatorio del desastre natural. O recordatorios que pueden provocar imágenes mentales evocadoras de ansiedad, pensamientos, reacciones emocionales y físicas. Ej.: ruidos fuertes repentinos, sirenas, lugares donde sucedió el desastre, ver personas con discapacidades, funerales, aniversarios del desastre, noticias en radio o TV sobre el desastre (National Child Traumatic Stress Network & National Center for PTSD, 2006).
Cabe destacar que no todo es negativo después de una catástrofe. Ante circunstancias adversas, las personas pueden ser resilientes, es decir, pueden desarrollar la capacidad de enfrentar la adversidad utilizando todos los recursos a su alcance. Y esto conlleva experimentar cambios positivos en sus prioridades, visión de mundo y expectativas:
Algunas personas comienzan a reconocer que la familia y los amigos son preciados e importantes, modifican las prioridades para enfocarse en la calidad del tiempo pasado con la familia y los amigos; comienzan a sentir un mayor compromiso con ellas mismas, su familia, amigos y creencias religiosas. Otras reacciones incluyen enfrentar las dificultades considerándolas un desafío, por ejemplo, realizar acciones para resolver problemas, enfocarse en pensamientos positivos, usar el humor y la aceptación. Otra respuesta es modificar las expectativas sobre qué esperar en el día a día y sobre qué se considera un “buen día” (National Child Traumatic Stress Network & National Center for PTSD, 2006).
Si desafortunadamente, perdiste a un ser querido luego de una catástrofe natural, las respuestas emocionales más comunes que podrías experimentar, son las siguientes: sentirte confuso, aturdido, sin poder creerlo, impresionado o perdido. Podrías sentirte enojado con la persona que falleció o con las personas consideradas responsables por su muerte. También podrías experimentar fuertes reacciones físicas, tales como náuseas, fatiga, temblores, debilidad muscular. Incluso podrías sentirte culpable por estar vivo, y sentir emociones intensas, como tristeza extrema, rabia o miedo. Todo lo anterior, aumenta el riesgo de sufrir heridas y enfermedades, disminuye tu productividad, conlleva dificultades para tomar decisiones. Es común tener pensamientos sobre la persona que falleció, aunque no desees pensar en ella, y también anhelar, extrañar y desear buscar a esa persona (National Child Traumatic Stress Network & National Center for PTSD, 2006).
Es importante que tengas claridad sobre aquellos comportamientos que no te ayudarán a salir adelante porque constituyen un modo de evasión peligroso para ti. Entre ellos destacan los siguientes: usar drogas o alcohol para manejar la situación, evitar completamente los pensamientos o conversaciones sobre el evento o la muerte de un ser querido, recurrir a la violencia o los conflictos, comer en exceso o no alimentarte, ver demasiada televisión o usar muchos juegos de computación, culpar a otros, estudiar o trabajar en exceso, aislarte hasta el extremo de no ver a tu familia ni amigos, no tener conductas de auto-cuidado, hacer cosas riesgosas (conducir arriesgadamente, abusar de substancias, no tomar precauciones), evitar actividades agradables.
A continuación, encontrarás diversas estrategias positivas que te pueden ayudar a sobrellevar las reacciones ante una catástrofe natural de estas proporciones. Entre ellas destacan las siguientes: confiar en otros y en ti mismo, hablar con otras personas buscando apoyo, pasar tiempo con tus seres queridos para obtener aliento y cuidarte a ti mismo. Puedes actuar para manejar los problemas y demandas de la vida diaria, así como tomar tiempo para descansar y re-energizarte. También puedes intentar mantener un horario normal incluyendo actividades que sean placenteras para ti, y comprometerte en diversas actividades (deportes, hobbies, lecturas, etc.), descansar de manera adecuada y consumir comidas saludables (APA & Discovery Health Channel, 2009).
Si perdiste a un ser querido, y estás viviendo un proceso de duelo, te ayudará recordarlo(a) y conversar sobre el (ella) con tus amigos. Es importante que aprendas de tus experiencias y recuerdes cómo has enfrentado situaciones difíciles en el pasado, ya sea de manera saludable o no. Lo ideal es que vayas construyendo sobre la base de lo que te ayudó a enfrentar épocas difíciles y no repitas aquellas cosas que no te ayudaron. Recuerda mantenerte optimista y esperanzado, mirar hacia el futuro esperando obtener resultados positivos. Puedes usar la risa y el humor para distraerte y bajarle el perfil a algunas dificultades (APA & Discovery Health Channel, 2009).
También puedes usar técnicas de relajación tales como ejercicios de respiración, meditación, diálogos para calmarte, música relajante. Es recomendable que aceptes y anticipes el cambio: sé flexible, intenta no ser tan rígido que incluso los cambios pequeños te generen ansiedad. Esperar que el cambio ocurra, facilita adaptarse a él, tolerarlo mejor y manejarlo adecuadamente (APA & Discovery Health Channel, 2009).
Además, te ayudará mantener la perspectiva, examinar tu situación en el contexto amplio de tu vida y el mundo que te rodea, y tener la certeza que tu situación mejorará, si trabajas activamente para conseguirlo. Piensa de manera positiva sobre ti mismo, siéntete orgulloso de ti y tus logros. Confía en ti mismo para resolver problemas y tomar decisiones. Te sentirás fuerte, capaz, seguro, lo que te brindará una sensación de control sobre los eventos y situaciones que sucedan en tu vida.
Finalmente, puedes participar en grupos de apoyo, o llevar un diario de vida para descargar tus emociones y procesar esta situación. Si sientes que necesitas ayuda profesional, lo más indicado es que busques un psicoterapeuta que te ayude a elaborar todas las emociones y reacciones que estás viviendo en estos momentos.
Si necesitas conversar o no sabes a quién recurrir, puedes enviarme un email, para brindarte información, guía y apoyo, para ayudarte a superar las dificultades provocadas por la situación traumática que tuviste que enfrentar y así puedas adquirir herramientas para enfrentar la adversidad y salir fortalecido/a de ella.
Fuentes:
– National Child Traumatic Stress Network & National Center for PTSD. (2006). Psychological First Aid. Field Operations Guide. Second Edition.
– APA & Discovery Health Channel. (2009). The road to resilience. American Psychological Association: Washington, D.C. [En línea] Disponible en: http://www.apa.org/helpcenter/road-resilience.aspx#
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